Wikileaks. Basque Country o el país de las maravillas

Estamos, nos dicen, ante uno de los escándalos más sonados del siglo XXI, un caso de espionaje para el Departamento de EEUU, una fuente de información para los más ávidos, un juego de mesa para los hackers… en fin, como siempre, depende del cristal desde el que se mire. Cientos de miles de informaciones que embajadas, consulados, servicios secretos, agentes de EEUU han generado en los últimos años.
No tengo ni la menor idea de quién está detrás de Julian Assange y de The Sunshine Press, promotores aparentes de las filtraciones. Pero si conozco la trayectoria informativa del diario que purga, traduce y elige las noticias en castellano referidas al Estado español y, por extensión, a una parte de su territorio actual, el País Vasco, Basque country para los norteamericanos. Ese diario se llama El País, un medio nacido hace años para avalar la transición del franquismo a la democracia parlamentaria. Un medio tremendamente comprometido con los sectores más inmovilistas en relación a la cuestión vasca y, en consecuencia, un medio exageradamente tendencioso a la hora de tratarla.
Por eso, sé, a ciencia cierta, que no vamos a tener en las próximas semanas, revelaciones espectaculares sobre Euskal Herria provenientes de wikileaks o lo que es lo mismo desde El País. Es más, las escasas filtraciones que hasta ahora han aparecido están íntimamente ligadas a los intereses del Gobierno de Zapatero con respecto a la tregua de ETA. Así, supuestamente, los EEUU se interesan por los vascos cuando ETA anuncia un alto el fuego, es decir, como ahora, cuando hay que gestionar un supuesto escenario de paz.
Los que llevamos en este país sabemos, en cambio, que el interés de Washington por la cuestión vasca es permanente y que, las ingerencias, están a la orden del día. El consulado de Bilbao y le embajada de Madrid son fuentes inagotables de informes e impresiones telegráficas. Desde los tiempos en que ETA eran sólo un grupo de estudiantes. De aquellos trabajos de formación de Ekin, antecesora de ETA, aparentemente inofensivos, no nos queda más que el recuerdo y alguna colección incompleta en archivos vascos. Si quieren conocer los originales, al completo, deberán tomar un vuelo a Nueva York.
Yo lo hice una y otra vez hasta que un día me detuvieron. Como lo oyen. Se me llevaron de mi cartera hasta un plano para llegar a la estación de metro donde desapareció en 1956 Jesús Galíndez, el delegado del Gobierno vasco en Nueva York. Me interrogaron en el mismo aeropuerto durante varias horas y créanme cuando les digo que ni una de las preguntas, ni una, tuvo referencia a sucesos de hace menos de 30 años. Galíndez, vascos y servicios secretos, franquismo, fuentes, archivos… Era marzo de 2006 y el interés de sus preguntas no pasaba de 1960.
Hacia un par de años había intentado, sin éxito, rescatar información confidencial sobre el lehendakari Aguirre. Mario Salegi que se refería a la investigación recabada por el ya entones difunto Juan de Dios Unanue, me había abierto la hipótesis de que el lehendakari quizás no hubiera muerto, como oficialmente se certificó, de muerte natural. De Dios Unanue pensaba que su muerte habría sido inducida. Nunca pude profundizar ni en uno ni en otro, ni en Aguirre, ni en Galíndez. EEUU me deportó y fui detenido en Barajas por la Policía española que me dejó en libertad sin cargos.
Un año después tuve la ocasión de reunirme con el lehendakari contemporáneo, Juan José Ibarretxe. Le conté mi mala experiencia americana y le avancé que ya que Jesús Galíndez había sido militante de su partido ponía los datos que yo tenía en su poder. Creo saber qué pasó con su cadáver, donde fue enterrado y qué juez lo identificó. Por tanto no sería nuestro desaparecido más ilustre, ya que estaría muerto pero identificado, en lugar y fecha. Ibarretxe me derivó hacia su partido y ahí concluyó la historia. Algunos temas, tantos años después, aún queman.
No me voy a referir a tiempos pasados, a esa gran traición de Truman y sus seguidores a tantos vascos ingenuos unos y no tanto otros, que colaboraron con el Departamento de Estado en la creencia de que las confidencias servirían para tumbar a Franco. No voy a desarrollar tampoco ese desprecio supino de los secretarios de Estado hacia el lehendakari Aguirre, que había puesto toda la maquinaria de su partido y de su gobierno a favor de una causa imposible.
El Gobierno de Washington y por extensión sus servicios secretos, ejecutivos militares, embajadas y consulados, han trabajado siempre a favor del peor de los escenarios posibles para los vascos. Y si en algún memento de la historia reciente, me refiero a la de los últimos 35 años, ha podido parecer lo contrario, lo ha sido porque EEUU ha utilizado a los vascos para variar la correlación de fuerzas en el Estado español. Siempre a favor de la derecha más recalcitrante, fuera quien fuera el inquilino de la Casa Blanca. Le costó a Xabier Arzalluz comprenderlo, pero también él lo supo.
Creeré algo de esta andanada de filtraciones cuando aparezcan documentos de esos años que he trazado, pero también de épocas más recientes. Andrés Cassinello, aquel general que dijo que prefería la guerra a la Alternativa KAS, había sido formado en EEUU. Jefe de los servicios secretos españoles, hombre clave desde 1975 a 1985 y hoy, no se lo pierdan, presidente de la llamada Asociación para la Defensa de la Transición.
Recordarán, cómo no, que en 1981 un golpe de Estado en Madrid, liderado aparentemente por un guardia civil de apellido Tejero, produjo un retroceso democrático que aún hoy lo estamos pagando. El entornes secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig se negó a condenar el golpe, a todas luces antidemocrático. ¿Nos contarán en wikileaks aquellos entresijos? En 1980 Claire Sterling, ayudante de Alexander Haig, el secretario de Estado, hizo públicas las tesis de la CIA en el informe “La red del terror”, en la que señalaba que todas las organizaciones guerrilleras del planeta tenían su cabeza en Moscú, incluida ETA. Y que los objetivos de la organización vasca los marcaba el KGB y no Txomin Iturbe, como suponíamos. Sterling no estaba en un frenopático sino que ganaba, por decir aquellas sandeces, una porrada de dólares. Sus análisis llegaba a todas las embajadas.
En 1985, Arzalluz y el PNV nos trajeron una comisión de expertos para analizar la cuestión vasca. Su director era Brian Crozier, un facha de tomo y lomo, agente de la CIA. Un escándalo de proporciones enormes. Los resultados se los pueden imaginar. En el referéndum de la OTAN, en 1986, los EEUU intervinieron como si Madrid fuera un estado de la Unión. ¿Recuerdan la entrada de la Policía en la empresa Sokoa y el descubrimiento “accidental” de dos misiles Sam-7 Strela en las mismas fechas?
¿Conocen Echelon, la red de espionaje y análisis para interceptar comunicaciones electrónicas norteamericana que desde 2002 y tras los pactos entre Aznar y Bush se utiliza en la lucha contra ETA? Ya nadie se acuerda pero a cuenta de Echelon me gustaría traer a colación aquellas instalaciones ultra secretas que los americanos mantuvieron en Gorramendi, en Elizondo. Fueron una base del Ejército norteamericano denominada “877 Squadron Warning Control W-6”. Durante 20 años su cometido fue todo un misterio hasta que en 1974 las instalaciones desaparecieron tras ser dinamitadas. Los pocos datos al día de hoy nos llevan a intuir que lo de Gorramendi estuvo relacionado con las comunicaciones, en una época en que todavía no había satélites.
Las preguntas se me agolpan sin orden. ¿Recuerdan la lista antiterrorista que publicó el Departamento de Estado de EEUU, simultánea a la entrada de España en guerra en Iraq, en 2003? ¿Recuerdan la Resolución 1530 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que asegura que ETA fue la causante de los atentados islamistas de Madrid de marzo de 2004?
Si alguno de los papeles de wikileaks que aparecerán en próximas semanas nos desvelaran estos misterios, les juro que me comeré estas letras que acabo de escribir. Mientras, permítanme que siga anclado en la suspicacia. Y es que uno ya tiene sus años.