Rafa Albisu

A comienzos del año falleció Txillardegi y diez meses después nos ha dejado Rafa Albisu. Ambos eran antiguotarras, de Donostia. De la misma cuadrilla y, hasta que la represión los dispersó, a uno enviándole al exilio y al otro a la cárcel, compañeros inseparables, primero en Ekin y luego en la creación de ETA. Apenas apartados en poco más de un año, Txillardegi era el mayor, los dos, Rafa y José Luis, coincidieron incluso en los estudios.
La primera célula de Ekin surgió en Bilbo en el curso de 1951 y a ella se sumaron los donostiarras un año después, desde la Escuela de Ingenieros. De este último grupo, hoy sólo sobrevive Iñaki Larramendi. Rafa Albisu participó en las reflexiones y debates que fueron madurando y atrayendo a otros jóvenes de EGI a su grupo. Hasta el punto de que el PNV prohibió a los suyos la relación con los de Ekin. Años duros.
A finales de 1958, los pioneros de Ekin, entre los que se encontraba Rafa, decidieron dar nombre a una organización diferente, nueva. Resistente, al estilo de los franceses que habían luchado contra el ocupante nazi durante la Segunda Guerra mundial. Sus primeros pasos fueron trepidantes: lecturas políticas prohibidas, formación de cuadros, recuperación de un espíritu de lucha que consideraban perdido. Clandestinidad.
En verano de 1961, el régimen franquista se dispuso a celebrar los 25 años del golpe que dio al traste con la Segunda República. “Gernika” había sido hasta entonces el lema elegido por ETA como símbolo de su resistencia. Rafa y sus compañeros decidieron que había que avanzar y dar una lección a quienes habían arrojado la toalla. El régimen no era intocable.
En la mañana del 18 de julio de ese año un tren repleto de antiguos combatientes fascistas llegaba a Donostia a celebrar el aniversario. Los ingenieros donostiarras habían calculado el lugar preciso, una curva después de dejar el barrio de Añorga. El tren se estremeció y los soldados de aquella “cruzada” de 1936 vivieron un momento de terror. El mismo que provocaba su régimen. Una acción didáctica, diría ETA.
Por la tarde, con la ciudad engalanada con pancartas, emblemas fascistas y banderas franquistas, otro grupo encabezado por el eibartarra Félix Arrieta quemaba dos banderas rojigualdas en centro de Donostia, en la calle Easo y en la calle Prim. Una generación que no había conocido la guerra había dejado en ridículo a los franquistas. Había atacado a sus símbolos y al núcleo de su victoria, los mitificados ex combatientes de Franco, los que habían derrotado a los rojos y a los separatistas.
La oficialidad clamó venganza. Y ésta llegó de inmediato, una noche de cuchillos largos. Más de un centenar de detenidos en Gipuzkoa (110 contabilizados) y una docena en Bizkaia. La mayoría torturados en las recién inauguradas dependencias policiales de Pío XII, en Donostia, y también en Madrid. Melitón Manzanas comenzaba a tejer su tenebrosa fama de torturador, junto a otros clásicos como Palomo, Sierra, García Escobar… Uno de los detenidos, José María Quesada, de salud delicada, fallecería poco después a consecuencia de las torturas.
Franco llegó a Donostia una semana después del descarrilamiento del tren. El ministro de Gobernación dio por desarticulada a ETA. De aquella razia, 31 jóvenes pasaron a la cárcel de Carabanchel, entre ellos Rafa Albisu. Su familia se había agolpado, con otras, en la estación del Norte antes del traslado a Madrid. La Guardia Civil los disolvió sin contemplaciones.
En octubre de 1961, siete de los detenidos fueron juzgados en la capital española en Consejo de Guerra. Rafael Albisu era uno de ellos. El primer “Sumarísimo” contra militantes de ETA. Los militares de la toga pretendieron pedir pena de muerte a Albisu, Larramendi y Laspiur. Finalmente no lo hicieron.
Rafael Albisu cumpliría su condena en Soria. Allí conocería a su segundo hijo, al que no había visto nacer. Mikel. Su esposa Maite Iriarte estaba embarazada cuando se produjo la razia que llevó a su marido a la cárcel. Luego, al salir de prisión, el matrimonio tendría otros dos hijos.
En la cárcel, Rafa concluyó sus estudios con una tesis sobre la resistencia de los raíles ferroviarios ante diversas eventualidades. Fue una forma burlona de afrontar su cautiverio, una señal sarcástica hacia el régimen franquista y la acción del descarrilamiento del 18 de julio. Símbolo sobre símbolo. Más tarde se ganaría la vida, hasta su jubilación, en un despacho de ingenieros.
Franco murió, se abrieron las cárceles, pero la falta de aire fue notoria para otros muchos jóvenes que no habían conocido la guerra ni al franquismo más descarnado. Entre ellos Mikel, el niño que trató a su padre a través de las rejas de la prisión de Soria.
Mikel Albisu, Mikel Antza, como tantos otros bebió en primera persona las fuentes del compromiso. En casa. En 1985, con 24 años, se hizo clandestino. En 2004 fue detenido en Salies de Béarn junto a su compañera Xole Iparragirre. En diciembre de 2010 fue juzgado en París y condenado a 20 años. El día 12 de noviembre de 2012, Mikel será nuevamente juzgado en París, 51 años después de aquel primer Consejo de Guerra que llevó a su padre, ayer fallecido, a prisión. La vida no tiene descansos, pero la historia, a veces, parece un bucle infinito.

Post anterior