UN CONTRATO SOCIAL CON OLOR A NAFTALINA

La que llaman fractura catalana viene a incidir en la ruptura de un modelo territorial y pol铆tico que dio cuerpo a Espa帽a a la muerte del dictador. Llega el fin, repetido en algunos foros, de una etapa a la que, como en otros pasajes de la historia, se oponen las fuerzas internas m谩s retr贸gradas, las de siempre: banqueros, militares e iglesia, sostenidos por el sistema pol铆tico y sindical que naci贸 de aquella propuesta.
Tiene su gracia escuchar a catedr谩ticos de derecho, directores de fundaciones o simples forjadores de opini贸n vestidos de tertulianos argumentar que no se puede romper el contrato, el pacto social de la Transici贸n porque el mismo es un valor de convivencia per se. Tiene su gracia cuando aquel contrato vino precedido de una oferta cerrada y 煤nica. La Transici贸n surgi贸 del sistema franquista que lleg贸 intacto a la nueva situaci贸n. No hubo elecci贸n. Porque su alternativa era volver al infierno.
A pesar, dicen que aquello se fragu贸 con un acuerdo. El consenso es una invenci贸n generada por el poder para perpetuarse. Es la careta del liberalismo y del centralismo para definirse como dem贸crata. En nombre del consenso se han hecho las mayores atrocidades de los 煤ltimos tiempos. En la cercan铆a, pactos como el de Defensa de la Democracia, de la LOAPA, de Ajuria Enea鈥 son fruto de esa maldita palabra cuyo significado esconden las vigas del sistema.
Inventaron, tambi茅n, un escenario que no exist铆a m谩s que en los centros de cartograf铆a militar y en las escuelas franquistas. Lo aderezaron de un t茅rmino ad hoc, el caf茅 para todos, construido no para dar respuesta a las particularidades de los pueblos peninsulares, sino para frenar el impulso nacional de Catalu帽a, Galicia y el sur vasco. Dividieron los territorios naturales sin debate previo, Navarra foral y espa帽ola de Aizpun y Del Burgo, y alcanzaron el cl铆max separando idiomas, 鈥渧alenciano鈥 y 鈥渃atal谩n鈥.
Tiene su gracia tambi茅n, apelar a un texto, en este caso la Constituci贸n espa帽ola, de una longevidad m谩s que notoria. Va para 35 a帽os, una eternidad para cuestiones pol铆ticas. La dictadura de Franco se prolong贸 un a帽o m谩s, 36, y con ello no quiero hacer comparaciones, simplemente recordar que el tirano parec铆a inmortal. Y no lo fue.
A pesar de ser un pueblo el nuestro envejecido, tres puntos por encima de la media europea, y con un 铆ndice de natalidad de los m谩s bajos del mundo, resulta que la mitad de los vascos no conocieron los entresijos de la Constituci贸n. No hab铆an nacido a煤n. No supieron del Estatuto de Autonom铆a, del Amejoramiento, ni siquiera asistieron al despliegue de la Ertzaintza. A pesar de que cuando despertaron al mundo, el dinosaurio segu铆a ah铆.
En este tiempo, y exceptuando las dos guerra mundiales, Europa y el mundo han conocido la impensable desaparici贸n del bloque sovi茅tico. En treinta a帽os se han independizado 36 nuevos estados y Espa帽a ha entrado en guerra con dos poderosos aliados, en ocasiones, unilateralmente en otras, aunque con el apoyo de la OTAN. En Irak, Afganist谩n, Libia, Somalia, Bosnia, Kosovo, L铆bano y Chad. Y mantiene en territorio vasco uno de los campos de entrenamiento militar m谩s codiciados de Europa, en las Bardenas. Es un Estado b茅lico y belicoso.
Un Estado que se aferra a una Carta Magna y que desconoce la transformaci贸n europea y mundial de los 煤ltimos 35 a帽os es un estado holgaz谩n. Me podr谩n decir que, como en otros lugares, la Constituci贸n apenas es una referencia. Pero no es el caso. Cuando el ex lehendakari Ibarretxe amag贸 con una consulta sobre el derecho de decisi贸n, similar al que est谩 en juego en Catalu帽a, la brecha se abri贸 para constitucionalistas y los que no lo eran. Recordando aquellos viejos tiempos en los que los vascos que la apoyaron en refer茅ndum no llegaron a la mitad de los consultados.
La incidencia de esta Constituci贸n est谩, precisamente, en su imposici贸n, en el permanente recuerdo al papel de la Armada espa帽ola en la contenci贸n de su 鈥渆nemigo interior鈥 que si en 1936 era la revoluci贸n y el separatismo, en 2013 ha quedado reducido 煤nicamente al segundo de los aspectos. Y en lo que a la postre va a resultar el quid de la cuesti贸n. Podr谩n desfilar los tanques en tono amenazador por la Gran V铆a bilbaina, como en 1964, o aterrizar los paracaidistas en la V铆a Layetana barcelonesa. Lo har谩n, si hace falta. Pero no por ello desviar谩n la centralidad del debate.
Y este centro es el sujeto. El espa帽ol, el catal谩n o el vasco. La soberan铆a nacional, dice la Constituci贸n hispana, reside en el 鈥減ueblo espa帽ol鈥. El segundo t铆tulo es significativo: 鈥淟a Constituci贸n se fundamenta en la indisoluble unidad de la Naci贸n espa帽ola, patria com煤n e indivisible de todos los espa帽oles鈥. Ah铆 habita el atasco.
El Parlamento de Catalu帽a ha sentado que el pueblo catal谩n es el sujeto de su soberan铆a. Catalu帽a es 鈥渟ujeto pol铆tico y jur铆dico soberano鈥. Inconstitucional a todas luces. Cuando Ibarretxe, la declaraci贸n fue parecida. El Pueblo Vasco, con may煤scula, sujeto de decisi贸n. Entonces, el Tribunal Constitucional espa帽ol respondi贸 con sus instrumentos: 鈥淓se sujeto (el vasco) no es titular de un poder soberano, exclusivo de la Naci贸n constituida en Estado”. Y Aznar avanz贸 para modificar el c贸digo penal y encarcelar al entonces lehendakari.
Legal pero no justo. Vamos a respirar, dec铆a Jorge Oteiza, porque el alma vasca respira distinto. Y de eso se trata. Podr谩n existir miles, millones de razones, apoyando la pluralidad, la democracia, la variedad y la diversidad, pero todas ellas ser谩n papel mojado si a la hora de la verdad, no cuando estemos refiri茅ndonos a cuestiones metaf铆sicas, la respuesta es uniforme, tal y cual el mensaje que nos transmiten.
Espa帽a ha querido que su identidad sea reconocida en valores tradicionales y, sobre todo, hist贸ricos. Todo su derecho. Pero el deseo contiene un problema enorme, del que se ha contaminado buena parte de su sociedad. Este valor ha sido permanentemente la negaci贸n del otro. Desde las guerras de religi贸n, a los pogromos contra las minor铆as 茅tnicas. Esos valores han sido forjados, adem谩s, en lo m谩s rancio de la cultura europea. Ligados, siempre, a intereses de clase, a razones raciales cuando no divinas. Un fracaso en t茅rminos absolutos.
Una apuesta, asimismo, arrastrada permanentemente por la izquierda y la llamada izquierda. A rebufo de quien detentaba el poder. La monarqu铆a absolutista borb贸nica. El eje pol铆tico e identitario de Espa帽a. Por eso, traigo a la memoria aquella reflexi贸n que hizo la izquierda abertzale hace ahora veinte a帽os. La hizo Jon Idigoras al monarca borb贸nico.
Se hab铆an celebrado elecciones a las Cortes espa帽olas y, como era habitual, el rey recib铆a en la Zarzuela a los delegados de cada formaci贸n pol铆tica con representaci贸n parlamentaria. La fotograf铆a nos ha quedado en la retina. En la puerta del palacio, Jon se coloc贸 la corbata y la chaqueta apresuradamente. Protocolo. No se hab铆a puesto una corbata desde su boda en 1970. Un s铆mbolo de la intrascendencia de las formas.
En el interior, Jon Idigoras transmiti贸 el mensaje que, veinte a帽os despu茅s, sigue vigente. Primero la introducci贸n: 鈥淪u Majestad conoce la posici贸n de Herri Batasuna contraria a la instituci贸n mon谩rquica en general y, al comportamiento de la monarqu铆a borb贸nica para con los derechos nacionales vascos en particular; rechazo que se hace m谩s intenso en la medida que Su Majestad ostenta el mando supremo de las Fuerzas Armadas espa帽olas鈥.
Y luego el meollo: 鈥淓l contencioso pol铆tico entre Hego Euskal Herria y el Estado espa帽ol est谩 definido por el hecho de que una mayor铆a del Pueblo vasco percibe como una imposici贸n el marco pol铆tico surgido de la Constituci贸n espa帽ola鈥. Y luego la conclusi贸n: 鈥淢ientras los ciudadanos y ciudadanas de Hego Euskal Herria, desde la solidaridad y el respeto, no seamos los 煤nicos sujetos de nuestro futuro pol铆tico, econ贸mico, social y cultural, el conflicto se mantendr谩 y el mencionado d茅ficit democr谩tico seguir谩 siendo la asignatura pendiente del Estado al que Su Majestad representa鈥.
No hay otro secreto. La cuesti贸n no es la de las veleidades separatistas, las mayor铆as o minor铆as peninsulares o los centros de decisi贸n. La cuesti贸n tiene que ver con los sujetos. Sujetos identificados en una comunidad, catalana, vasca o espa帽ola. Por ello hay un problema: la Constituci贸n espa帽ola. Vieja dama, sin honor, restrictiva. Vieja y agotada como su propuesta. Aunque conociendo a Espa帽a quiz谩s habr铆a que buscarle un sin贸nimo masculino. Viejo decr茅pito, 驴quiz谩s?