Aresti y Aldecoa

Con Aresti sucede, a menudo, que tenemos una especie de mala conciencia y, en los aniversarios, le dedicamos ese reconocimiento que en vida no tuvo. No esta mal para nosotros, los vivos, que aplacamos así los remordimientos, aunque para el mundo de la nada, el suyo, no tiene mucha razón de ser. De Aldecoa, otro tanto. En fin… cosas de la vida.

 

Con la llegada del nuevo milenio se celebró el 25 aniversario de la muerte de Aresti. Poco más de un mes antes, se ajustaron los 30 años de la muerte del gasteiztarra Ignacio Aldecoa. Ambos fueron contemporáneos pero entre ellos, y a pesar de la época, hay un sinfín de abismos. Me quedo con uno de ellos que surgió, precisamente, de los aniversarios.

 

Guardando el orden cronológico, se ha dicho que Aldecoa ha sido un escritor de posguerra. Sus textos están impregnados de un ambiente estricto y cansino, como el presente en el que estuvieron escritos. Me atrevería a decir que fueron párrafos del fatalismo. Sus personajes eran, en cualquier circunstancia, personajes del pasado, cargados de melancolías y perdidos en el anonimato de la vida. Dijeron que su estilo era el del realismo social.

 

Aresti, nacido ocho años después de Aldecoa, es la antitesis del gasteiztarra. Las diferencias no son sólo de ocho años, que, desde la perspectiva parecen ocho siglos, sino las de idiomas, culturas y sociedades. Jamás se ha dicho que Aresti fuera un poeta de posguerra, como se dijo de Aldecoa, porque parece que en esa definición hay una indulgencia: “El pobre no pudo escribir otra cosa”. Jon Kortazar ha llegado a decir, sobre Aresti, que “su obra se dirigió contra el régimen franquista”. Tampoco pienso que fuera para tanto, es decir que tengamos que encasillarlo como un escritor exclusivamente político. Me quedo, para él, con el pensamiento de Koldo Izagirre: “Aresti es una referencia obligada de la poesía en euskara, una referencia tan importante como Iparragirre, que consiguió una excepcional expresividad, además de conectar con el pueblo euskaldun en una época de grandes contradicciones y confusión”.

 

Pregunta: ¿Quiénes son el Aldecoa y el Aresti de nuestros días?

 

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